Ephemera

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—> CLICK <—

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—Sí, eso es —rió Brissenden—. Buen título, ¿no? Efímero; ésa es la palabra. Y tú eres el responsable, por darle tal calificativo al hombre que siempre está en pie, a lo inorgánico vitalizado, al último efímero, a esa criatura de la temperatura, que pugna por conquistar un breve espacio. Se me metió en la cabeza y tuve que escribir para librarme de ella. Dime lo que te parece.

 
Conforme leía, el rostro de Martin se encendió en un principio, para, luego, palidecer impresionado. Se trataba de arte puro. La forma triunfaba sobre el tema, si es que podía llamarse triunfo a que éste hallara manera de expresar hasta su más leve átomo por medio de una construcción tan perfecta, que hizo que a Martin le diese vueltas la cabeza, le saltaran las lágrimas y le entrasen escalofríos. Se trataba de un largo poema, de seis o setecientos versos, que resultaba inimaginable. No parecía posible realizarlo, y, sin embargo, allí estaba, con tinta negra sobre unas cuartillas de papel. Trataba del hombre y de sus angustias, explorando los abismos en busca de soles remotos y de un arco iris espectral. Era una loca orgía de imaginación, que se alzaba en el cráneo de un moribundo, que casi lloraba en silencio escuchando los latidos de su corazón. El poema estaba escrito en un ritmo majestuoso, al frío tumulto del conflicto interestelar, ante la llegada de las huestes de otros planetas, bajo la influencia de helados soles y de ardientes nebulosas, que danzaban en el negro vacío. En medio de todo ello, batía, incesante y débil, cual una lanzadera de plata, la trémula y frágil voz del hombre, semejante a un quejumbroso vagido entre el aullar de los astros y el chocar de los sistemas.
 
—No hay nada igual en literatura —dijo Martin cuando, al fin, pudo hablar—. Es extraordinario. Se me ha subido a la cabeza. Me siento como embriagado. Casi me impide pensar. Esa voz humana, eterna, llena de angustia y de miedo, sigue resonando en mis oídos. Semeja la marcha fúnebre de un gran mosquito entre el estruendoso barritar de los elefantes y el rugir de los leones. Resulta insaciable, con un deseo microscópico. Sé que me estoy poniendo en ridículo, pero ha llegado a obsesionarme. Eres… no sé lo que eres… Eres extraordinario. ¿Cómo lo consigues? ¿Cómo lo consigues? ¿Cómo lo consigues?
Martin interrumpió su rapsodia, para continuar luego.
 
—No volveré a escribir. No soy más que barro. Me has mostrado la obra del verdadero artesano y artífice. ¡Genio! Eso es más que genial. Trasciende más allá del genio. Es la verdad loca. Es cierto cada uno de sus versos. La ciencia no puede mentir. Es la verdad adivinada por un vidente y extraída del negro metal del cosmos, para convertirla, con un sonido rítmico, en una perfección de belleza y de esplendor. Pero ya no diré nada más. Estoy abrumado. Sólo una cosa. Deja que intente venderlo en tu nombre.
 
Brissenden sonrió.
 
—No existe una sola revista en toda la Cristiandad que se atreviese a publicarlo. Lo sabes muy bien.
—No sé nada en absoluto —le exhortó Martin—. Creo, por el contrario, que no hay una sola revista en toda la Cristiandad que no lo aceptara en seguida. No reciben cosas como ésta a diario. No se trata del poema del año. Es el poema del siglo. Los directores de revista no son totalmente fatuos. Lo sé. Pero te voy a hacer una apuesta. Nos jugamos lo que quieras a que Efímero la aceptan al primer o al segundo intento.
—Sólo una cosa me impide aceptarlo. —Brissenden esperó un instante—. Eso es lo mejor que he hecho en toda mi vida. Lo sé. Es mi canto del cisne. Me siento muy orgulloso. Casi lo adoro. Es mejor que el whisky. Es cuanto soñaba, la obra grandiosa y perfecta, cuando no era más que un muchacho, con dulces ilusiones e ideales limpios. Al fin lo he conseguido, con mi último aliento, y no quiero que lo manoseen y lo ensucien una serie de cerdos. No, no acepto tu proposición.
 

2 comentarios el “Ephemera

  1. Azo dice:

    Este verano absurdo ,árido, humeante y lleno de fuego, ha dejado pocos resquicios a pequeñas satisfacciones.
    «Camino». . .Dices que has tardado dos años en verla. Yo aún no me decidí, pero bueno….leerte la entrada ha dado un pequeño empujón a mi pereza
    «Quemado por el Sol»… Mira, ahi me has picado. Supongo que tendria que verla subtitulada, pero las peliculas que van unidas a una música o a una canción ya tienen muchos puntos ganados para mi.. Me la anoto
    «Epfhemera» .. :-) Sonrio porque lo primero que he hecho ,obediente, es hacer el CLICK y disfrutar del adagio. Y no, no he leido la entrada porque…..

    ¡Estoy leyendo Martin Eden!

    Después de esto, te diré que te echaba de menos y he salido de mi cascarón para visitar la Tortuga
    Besos

  2. Armand L. dice:

    ¿En serio? Lo estás leyendo… qué bueno :)

    Espero que te guste una décima parte de lo que me ha gustado a mí. Ese marinero -alter ego de Jack London- al que tanto admiro y que es lectura obligada para todo aquel que alguna vez ha soñado con ser escritor, se ha convertido en el mejor analgésico que he probado en mucho tiempo.

    No hay día en que no pase por mi cabeza sentirme identificado con él, de algún modo. Pensar en sus propios anhelos, en sus inquietudes, en sus sueños, en la forma en que nadie cree en él, pero como él lucha, lucha, lucha. No le importa. Sigue, sigue, sigue…

    «El hombre que siempre está en pie. Lo inorgánico vitalizado. El último efímero; esa criatura de la temperatura que pugna por conquistar un breve espacio»

    Un libro tenía que ser. Siempre son libros.

    Ni que decir tiene que me alegra mucho que estés aquí.

    Un abrazo enorme, Azo. De lo que queda de verano, te deseo todo lo mejor.

    PD: Bien hecho… No leas la entrada. Vívela por ti misma! ;D

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