A Melpómene

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—> ¿Quién o qué te inspira a escribir?  <—

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 Alimento mi inspiración a través de estados de ánimo que proyecto por medio de una duermevela que, con música de fondo, relanza términos que alguna vez escuché y me admiraron respecto a lo mucho que se podría conseguir con las palabras.

Me inspira la necesidad de contar algo y hacerlo de la forma más breve e intensa posible. El deseo de plasmar instantes que revivo con la ilusión de tratar, si quiera, de rozar con los dedos la oratoria más conmovedora.

Me inspira la armonía que destila el lenguaje escrito. Encontrar en alguien un dulce sumidero a mis pensamientos, queriendo sentirme sabedor que no habría labios, ni voz, para pronunciar lo mucho que quisiera decir.

Me inspira el enfrentamiento contra la falta de comunicación; antesala de tantas trifulcas. Aspirar a tratar de exteriorizar una idea desde lo más profundo de la conciencia, y el anhelo utópico por expresarla de la mejor forma que pueda.

Me inspira intentar escribir algo que, aún reflejando lo poco que sé de casi nada, trate de reivindicar la avidez de conocimiento. La lucha contra el tiempo por más que haya circulado demasiada agua bajo el puente.

Me inspira bajarme del mundo en marcha y poner, con vocablos, en orden mi cabeza ante los desafíos del momento. Me encandila plasmar un plan con el que recordar románticos escritos durante un sueño. Despertarme con ello.

Me inspira que algo que era sagrado me traiga un mal recuerdo. La maldición de la musa de la tragedia: Que para quien creía tenerlo todo, sienta esa inmensa sensación de vacío. La sintomatología de combatir por una causa perdida.

Me inspira sentir que puedo hacerlo mejor. Todo aquello que me obliga, con vergüenza, a bajar la mirada. El error que, por puro romanticismo, habría seguido intentando hasta el fin de la eternidad. Los deseos desperdiciados que te hacen olvidar quién eres y que, en realidad, no te cambiarías por nadie en el mundo.

Me inspira quedarme sin habla. El mayor sentido que alcanza La Nada, de La Historia Interminable, cuando muere la imaginación… Revertir la situación volcando en letras lo que hace ciegos a los hombres: Sueños y anhelos que caen en el olvido perdiendo la estela mágica de aspirar a ser Realidad.

Me atrae precipitarme en esa Nada para luego resistirme. Un mensaje de socorro en una botella que alguien decida leer. Una razón para centrarme en las virtudes, en no perder el tiempo con negatividad. Calmar las ráfagas de odio y, así, abonarme al abandono entre letras, palabras y escritos que suenen genial pero que, en el fondo, nunca logren decir Nada.

 

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